Ubicada en medio de un bosque de secuoyas plantado a fines del siglo XIX, existe un área reservada en medio de un campo productivo en el valle de Mallarauco, a 40 kilómetros de Santiago. Un manantial natural fluye por todo el sitio, permitiendo la proliferación de plantas acuáticas y estanques naturales. La casa Mallarauco se ubica en un contexto idílico.
El encargo original era resolver un programa tradicional de dormitorios, espacios de ocio y los respectivos servicios para una familia, que ocuparía la casa los fines de semana y vacaciones. Al comprender el contexto en el que operamos, la primera decisión que tomamos fue "explotar" el programa en varios volúmenes. Con esta estrategia se logró conservar todas las secuoyas, que era un principio básico para nosotros, así como un pedido del cliente.
La segunda decisión fue realizar toda la estructura y tabiquería de la casa mediante un sistema prefabricado de madera, con lo que minimizamos considerablemente los tiempos de obra, el impacto y los posibles daños que la construcción pudiera ocasionar a los árboles existentes. Además esto estableció un vínculo con la materialidad predominante del lugar. Una pasarela exterior comunica los diferentes volúmenes y organiza las circulaciones por la zona central del bosque. La disposición de los diferentes volúmenes abrazan este centro, buscando una adecuada relación con las vistas y el contexto en función del programa que cada uno contiene. De esta manera, el pabellón principal, que alberga el área de servicio - cocina, sala y dormitorio principal, se ubica frente a un claro del bosque, y funciona como un límite entre el bosque y un área libre de árboles que constituye una puerta de entrada al bosque. entero. Así, el pabellón se abre a un espacio más soleado orientado al norte, donde se encuentran la piscina, la sauna y las terrazas exteriores. Hacia el este, el dormitorio principal da al curso de agua, lo que permite vistas más claras sobre los viñedos y el valle de Mallarauco. Luego sigue el pabellón de invitados que se encuentra en otro borde, entre el curso de agua y el bosque de bosques rojos. Alberga dormitorios en suite, dormitorios para niños, así como un loft de segundo nivel sobre la cocina para que los niños jueguen tranquilamente, lo que permite que los huéspedes descansen y se relajen.
El tercer pabellón es el “quincho”, que está completamente inmerso en el bosque. Está diseñado sin cerramientos verticales para acentuar su relación con el contexto y aprovechar la suave brisa que recorre el bosque en los meses de verano. Un sistema de contraventanas abatibles y puertas correderas permite la protección en las noches más frías. En cuanto a su uso, es una pieza central en esta residencia, un verdadero lugar de encuentro y encuentro para los huéspedes. Finalmente, se decidió pintar todos los pabellones con un solo tono oscuro, para que el conjunto se integre silenciosamente en el contexto del entorno de la madera.
Arquitectos asociados: Francisco Cepeda / Alvaro Ramirez.
Arquitecto colaborador: Cristian Fraser
Año Proyecto: 2016
Superficie Terreno: 11.000 m2
Superficie Proyectada: 550 m2
Ubicación: Mallarauco, Región Metropolitana, Chile
Fotografías: Pablo Casals